DIPUTADO EN LAS CORTES CONSTITUYENTES, 1931 – 1933

La primera noticia de que disponemos sobre la adhesión de Manuel Rico Avello a la Agrupación al Servicio de la República es la carta manuscrita citada en la página de inicio de esta web. Está fechada el 2 de julio de 1931, diez días antes de la segunda vuelta de las elecciones a Cortes Constituyentes y por lo tanto es lógico que su nombre se incluya entre los trece diputados de ese grupo político que lideraban como fundadores: José Ortega y Gasset, Gregorio Marañón y Ramón Pérez de Ayala.

Era un grupo de profesionales de gran valía, muchos de ellos con una vertiente intelectual, que probablemente aportó la ideología mas comprometida con la creación de una República verdaderamente integradora (vertebradora, diría Ortega) de la nación española. Sin embargo, no tuvo la oportunidad de influir positivamente en el devenir de los acontecimientos, en parte por lo enmarañado de la situación social y en parte por la incapacidad de muchos de sus miembros y especialmente sus líderes y fundadores, para desenvolverse en los complicados vericuetos de la política de aquellos días.

No fue éste el caso de Rico Avello, cuya participación en las tareas parlamentarias revelan su dedicación entusiasta a la política activa, como muestra el listado que resumimos a continuación:

  • Vocal en el Tribunal de Responsabilidades.
  • Miembro de las comisiones de Justicia y Marina.
  • Treinta intervenciones en los debates de los plenos.
  • Cinco ruegos al Ministerio de Instrucción Pública, referentes siempre a problemas y necesidades de su Distrito Electoral.
  • Dos proposiciones de ley, referentes al «Canon de superficie de minas» y al «Régimen de las cámaras parlamentarias».
  • Nueve votos particulares al «Proyecto de Congregaciones».
  • Enmiendas: al «Artículo 14 del Proyecto de Constitución», al «Proyecto de Ley sobre aumento de tarifas en las contribuciones», al «Presupuesto para 1932», al «Proyecto sobre Asociaciones Profesionales», al «Proyecto de Delegaciones de Trabajo», a las «Bases de la Reforma Agraria», al «Proyecto sobre reclutamiento de Oficialidad», al «Proyecto sobre intervención Obrera en las Industrias», al «Artículo 40 del Estatuto de Cataluña» y al «Presupuesto para 1933».

Dos años de actividad incansable en el centro de la política española, desarrollando al mismo tiempo en su entorno asturiano un grupo de seguidores del republicanismo orteguiano, mientras el grupo parlamentario en el que estaba encuadrado se deshacía en una sucesión de rencillas y malentendidos, que sus líderes fueron incapaces de atajar.

Quizás lo mejor que encontró Rico Avello en la Agrupación al Servicio de la República, aparte del pensamiento luminoso de Ortega por el que siempre declaró su mas entusiasta admiración, fue la amistad del Diputado por Teruel D. Vicente Iranzo Enguita, que en carta a su compañero de grupo político comenta en estos primeros meses de la República el ambiente y las dificultades del momento:

«Yo que temperamentalmente me inclino siempre al optimismo veo las cosas bastante mal. Creo que en el Gobierno hay personas de buena fe, pero que están completamente ciegas para apreciar la realidad que tienen delante; en cambio hay otros que se percatan perfectamente de los efectos destructivos de su labor y a sabiendas persisten en ello, acaso porque tal sea su principal pretensión. Resultado de todo ello es que no tienen rumbo ni orientación y otros se aprovechan de esta situación en favor de una causa que no representa precisamente los intereses generales del país…

Independientemente de ésto y ante el espectáculo público que a diario presenciamos, también me he planteado varias veces el problema de dejar todo ésto y marcharme a casa. Pero por una parte no he recibido indicación alguna de los electores en este sentido y por otra parte temo que pudiera ser todavía peor el dejar solos a los desaprensivos para que hicieran su santa voluntad y además nos echaran en cara después el incumplimiento del deber. Sigo pues al pie del cañón sin faltar un minuto y procurando, en la medida que me es posible, suplir la ausencia de ustedes …»

Ni Vicente Iranzo ni Manuel Rico Avello se marcharon a casa. Siguieron «al pie del cañón sin faltar un minuto», mientras en medio de una agitación social incesante, patrocinada por el abigarrado mosaico anarco sindicalista, se desarrollaba la pequeña historia del bienio Azaña.

El 9 de diciembre de 1931 se promulgó la Constitución de la (2ª) República, precedida el 20 de octubre por una «Ley de defensa de la República», que suscitó junto con la propia Constitución las críticas mas severas de Ortega y Gasset.

El año 1932 se inauguró (el 1º de enero) con el asesinato de guardias civiles en Castilblanco y continuó con este tono revuelto , a pesar de la «Ley de Orden Público» del 28 de julio, que por lo menos sirvió para abortar la sublevación del General Sanjurjo, el 10 de agosto. Por estas fechas Ortega y Gasset se empieza a apartar de la política activa, mientras la Agrupación al Servicio de la República se deshace en sus discrepancias internas y su inoperancia como grupo parlamentario, que se pusieron de manifiesto en las votaciones del «Estatuto de Cataluña» y de la «Ley de Reforma Agraria», que tuvieron lugar el 9 de septiembre.

El 9 de octubre, Ortega y Gasset se deja definitivamente la política y el 29 se disuelve oficialmente la Agrupación al Servicio de la República. Poco después, el 11 de enero de 1933, uno de los motines anarquistas que salpicaban la actualidad de aquellos días, el de Casas Viejas (Cádiz) , fue reprimido con tal crueldad que su nombre ha quedado como símbolo de los errores trágicos que cometió la 2ª República.

Casas Viejas tuvo el efecto de apartar al movimiento anarco sindicalista de la política institucional republicana y muy especialmente del Gobierno Azaña, lo que sumado al rechazo de las también fragmentadas derechas, dejó a las fuerzas gobernantes expuestas a la crítica incesante de la opinión pública. El 26 de abril, las elecciones municipales ponen de manifiesto que el Gobierno Azaña no tiene el apoyo del electorado y aunque hace una remodelación el 12 de junio y deroga en julio la «Ley de Defensa de la República», Azaña dimite el 12 de septiembre de 1933 y el republicano radical Alejandro Lerroux forma el primero de sus gobiernos, con el ánimo de disolver la Cortes y convocar Elecciones Generales.

1_Gobierno_de_D._Alejandro_Lerroux._A_su_derecha_Manuel_RicoEn este Gobierno, que sólo duró hasta el 8 de octubre, Vicente Iranzo entra como independiente en el cargo de Ministro de Marina y nombra a Rico Avello Subsecretario de la Marina Civil. Estuvo en el cargo 18 días, cobró en total 875,70 pesetas de sueldo y presentó a su superior, el Ministro de Marina:

Un proyecto de reorganización de la Subsecretaría.
Un proyecto de reorganización del Instituto Social de la Marina
Cuatro informes sobre diversos aspectos de su departamento.
Como si la política de arreglos y componendas que se desarrollaba entre bastidores no fuera con él, firme en sus ideas republicanas pero convencido al mismo tiempo de que lo más urgente en aquel momento era que todo el mundo cumpliera con su deber, trabajó los 18 días de la Subecretaría, mientras los demás se ocupaban de convencer al Presidente de la República de que era necesario disolver las Cortes y convocar elecciones generales y Alcalá Zamora encargaba sucesivamente a Sanchez Román, Pedregal, Marañón y Gonzalez Posada, formar gobiernos que no se materializaban en nada.

Por fin, el 8 de octubre de 1933, Diego Martínez Barrio, republicano radical como Lerroux, consigue de Alcalá Zamora el decreto de disolución de las Cortes y la convocatoria de elecciones generales y es nombrado Jefe del Gobierno. Vicente Iranzo le acompaña como Ministro de la Guerra y Manuel Rico Avello como Ministro de Gobernación.