LA VUELTA
Es difícil aventurar las razones que le impulsaron a hacerlo; pero a las dos semanas de la toma de posesión del primer gobierno de Portela Valladares, Niceto Alcalá Zamora decidió disolver las Cortes y convocar elecciones generales con el muy democrático objetivo de resolver, mediante el recurso al voto popular, la tensa situación en que había desembocado la Legislatura Radical Cedista.
Para esta tarea mantuvo su confianza en Portela Valladares, que además asumió la cartera de Gobernación a fin de subrayar su absoluta responsabilidad en el desarrollo del proceso electoral. Rico Avello fue nombrado Ministro de Hacienda, a pesar de su declarado interés en regresar a Asturias para continuar su labor política con el republicanismo centrista de su región.
El 30 de diciembre de 1935 toma posesión del cargo de Ministro de Hacienda y comienza a trabajar en su departamento siguiendo el enfoque tecnocrático de Chapaprieta, cuyos rigores había sufrido durante su etapa de Alto Comisario en el Protectorado de Marruecos y al que sucede en la cartera ministerial.
El trabajo abunda: informes de situación, nombramientos e incluso reclamaciones curiosas como la devolución de las multas antirreglamentarias impuestas por la Dictadura de Primo de Rivera o la de las joyas de la Infanta Doña Eulalia, que estaba fuera de España al proclamarse la República.
El 7 de enero de 1936 se convocan las elecciones, que tendrán su primera y segunda vuelta el 16 de febrero (el 18 los colegios que no pudieron votar en fecha) y el 4 de marzo, respectivamente. Portela Valladares se lanza a recuperar los restos del naufragio Republicano Radical con el nuevo partido Centro Nacional Republicano, en competencia con otros cuatro de la misma tendencia y los Republicanos Independientes que no aceptan ninguna adscripción partidista.
Rico Avello, siempre próximo al republicanismo mas puro, empieza a sondear a los Republicanos Liberal Democratas de Melquiades Álvarez para presentarse en Asturias; pero Portela es su jefe en el Gobierno y decide que debe presentarse por Murcia con el Centro Nacional Republicano de su creación.
Los partidos de izquierda se unen en una coalición denominada Frente Popular, que acababa de diseñar la Tercera Internacional con el patrocinio de Stalin y Dimitrov y consistía en reunir bajo las mismas siglas a partidos burgueses como Izquierda Republicana (Azaña) o Unión Republicana (Martínez Barrio) con los partidos de la Internacional, incluido el trotskismo (POUM); pero dejando como simpatizantes o «compañeros de viaje» a los anarquistas de la CNT-FAI, cuya ideología revolucionaria les hacía reacios al Gobierno de la República a la vez que desconfiaban (con razón) de las consecuencias que para ellos pudiera tener la influencia creciente de la Rusia soviética en los asuntos españoles.
En el lado opuesto, la Confederación Española de Derechas Autónomas CEDA (Gil Robles) no consigue aglutinar una coalición alternativa de derechas y se limita a acuerdos locales, en paralelo con la suerte que está corriendo la diáspora del partido Republicano Radical.
El argumento básico de la campaña electoral es la Revolución de octubre del 34, que había dejado España partida en dos mitades enfrentadas a muerte. Como dice Azaña «… el odio es engendro del miedo. Una parte de España temía hasta el pavor a la otra parte …».
La campaña de Rico Avello en Murcia como candidato del partido gubernamental, comenzó con la la petición de una contribución de 50.000 pesetas por parte de los jerarcas locales que suscitó la protesta del candidato, alegando que nunca había gastado sumas de este calibre en sus actividades políticas, aparte de no disponer de esa cantidad en el momento. Sin embargo consiguió un crédito personal y continuó en la brecha hasta las votaciones del día 18 de febrero y posteriormente hasta la segunda vuelta del 4 de marzo, cuando tuvo que aportar además las 6.500 pesetas que reclamaron los partidos minoritarios de izquierda por sacar adelante su candidatura («rodada» se decía) frente a la del otro candidato del partido gubernamental.
El empate entre izquierdas y derechas en las votaciones del 16-18 de febrero y 4 de marzo fue verdaderamente impresionante. Los analistas de toda época han intentado adjudicar la mayoría de votos a uno u otro lado, jugando con la posición de algunos partidos de adscripción ideológica poco clara y se achaca a la falta de proporcionalidad en el sistema electoral la ventaja en escaños que consiguieron las izquierdas desde el primer momento, como se muestra en esta tabla de los resultados «definitivos» presentada por Carles Lozano en su web historiaelectoral.com.
Sin embargo, después de dirimirse unas cuantas reclamaciones puntuales y de repetirse las elecciones de Cuenca y Granada el 6 de mayo de 1936, la composición definitiva del Congreso de Diputados de la República Española no dejaba dudas de ninguna clase, como se pone de manifiesto en la siguiente tabla de la misma fuente.
El acta de Rico Avello fue reclamada por el candidato de su partido (Sr. Maestre) que resultó derrotado en la segunda vuelta; pero las imputaciones fueron refutadas por el elegido con tal candidez y transparencia que la Comisión de Actas del Congreso de Diputados le confirmó en su escaño y pudo prometer el cargo el 3 de abril del 1936.
Al empezar a conocerse los resultados de las elecciones, los partidarios del Frente Popular se lanzaron a las calles entusiasmados cantando La Internacional y proclamando su victoria. Los generales Franco y Goded acudieron al Ministerio de gobernación para pedir a Portela que declarara el Estado de Guerra; pero el Jefe del Gobierno se niega y solo el 18 de febrero declara el Estado de Alarma y presenta su dimisión al Presidente de la República que la acepta al día siguiente ecargando a Manuel Azaña la formación de un nuevo Gobierno, antes de que se conocieran los resultados oficiales de la segunda vuelta y mucho antes de la repetición de las elecciones anuladas en Cuenca y Granada.
Rico Avello que se ha opuesto a la disolución del Gobierno en las precipitadas circunstancias en que lo hizo Portela, cesa como Ministro de Hacienda el 19 de febrero y el 14 de marzo es convocado a la primera reunión urgente del grupo parlamentario del partido del gobierno dimitido. Asiste a la reunión sin haber tomado todavía posesión de su Acta, mientras a su alrededor los partidos triunfantes en las elecciones están desarrollando la etapa final del cambio de poder en el panorama político español.
Por fin, el 7 de abril de 1936, el Congreso de Diputados aprueba un voto de censura contra el Presidente de la República D. Niceto Alcalá Zamora, basado en que había disuelto anticonstitucionalmente las Cortes ordinarias de 1933. El presidente es destituido y solo dos días después Rico Avello informa a la Mesa de las Cortes de su separación de la minoría parlamentaria «Centro» y de su intención de no formar parte de ningún partido ni grupo político y ser considerado en lo sucesivo como «diputado independiente».
Se aleja de la política activa; pero no del todo. Por un lado ha abierto bufete en Oviedo y Madrid y reanuda los contactos con sus antiguos clientes y amigos, que pueden ayudarle a promover su actividad profesional junto con su hermano Gonzalo e iniciando a su hijo Pablo, ya bien avanzado en su Licenciatura de Derecho. Por otro, vuelve a frecuentar las reuniones y tertulias de los años iniciales de la República: La Granja del Henar, El Gato Negro y la de Ortega y Gasset en la Revista de Occidente.
Observa y espera que algo cambie. El 10 de julio de 1936 escribe a su hija Elisa que está en Marruecos con su marido Gabriel Barceló.
«La situación política y social sigue agavándose. No hay autoridad, ni gobierno, ni ley, ni justicia … ,ni Frente Popular. No hay nada. Es decir, hay una estúpida anarquía, una borrachera de palabras y un gran estrago espiritual y económico. Yo estoy completamente inhibido y no pienso salir de la abstención hasta que no véa algo eficaz …»